El abrigo:
Se trata de una prenda básica del ropero de un caballero, ya que claramente es absolutamente necesaria durante largos periodos de tiempo.
Es una prenda de origen militar al igual que muchas otras prendas masculinas. Elegido por los militares para protegerse del frío hasta más tarde de la Segunda Guerra Mundial. En su origen era una prenda bastante pesada pero el uso de esa prenda tan pesada fue dejando paso a otras de mayor calidad y más ligeras.
Durante el reinado de la reina Victoria el coronel Kelly de la Horse Guards y Rees Howell fueron los reconocidos como los primeros en acompañar la vestimenta formal de esta prenda.
El abrigo clásico se extiende hasta la rodilla, el cual en estas fechas no es de los más populares y muchos de los caballeros medios de hoy día no cuentan con uno de esta clase.
A principios del siglo XX los abrigos que ocupaban los armarios de los grandes caballeros eran los tipo
frock coat y
paddock de hilera cruzada, pero los actuales los han sustituido por otros más prácticos de hilera sencilla que no poseen tanta majestuosidad pero siguen manteniendo un toque de distinción. Por tanto una de las mejores opciones de hilera sencilla es el abrigo
Chesterfield popularizado por la casa de los duques de Chesterfield.
Para aquellos caballeros que no se atrevan con un abrigo que se alargue por debajo de la rodilla el abrigo
covert coat es una maravillosa opción. Su principal color es el marrón claro y su cuello está confeccionado con terciopelo, ya que era la parte que más roce sufría por el pelo y era más barato cambiar ese pequeño trozo de terciopelo que comprar un nuevo abrigo.
En cuanto al color a escoger, si se van a poseer varios la variedad puede ser más amplia, contando con beiges, negros, azules, etc. Pero de poseer solo uno, este debe ser azul marino, ya que será el que mejor se adapte de a la hora de vestir.
Para finalizar, recordaros que aunque el abrigo de hilera sencilla sea el más extendido actualmente, será el de hilera cruzada el más elegante. Además no se debe dudar en adquirir un buen abrigo ya que bien cuidado puede durar toda una vida e incluso más, habiéndose convertido ya en un prenda atemporal.
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